Permíteme, Señor,
caminar sin ver
por los caminos
que son tuyos.
Yo no quiero saber
por dónde me conduces.
¿No soy tu hija?
Tú eres el Padre de la sabiduría,
y también mi Padre.
Incluso si me conduces
en medio de la noche,
Tú me conduces hacia ti.
Señor, permite que ocurra
lo que Tú quieres: yo estoy dispuesta,
incluso si no me das satisfacción
en esta vida.
Tú eres el Señor del tiempo.
Haz todo según tus planes
de tu sabiduría.
Cuando suavemente
Tú llamas al sacrificio,
ayúdame a realizarlo.
Permíteme que supere
mi pequeño yo,
para que muerta a mí misma,
no viva sino para ti.
Édith Stein
No hace muchos años que tuvo lugar la canonización de la Madre Teresa de Calcuta. Pocos conocían su larga noche de 50 años, noche oscura. Es interesante hacer alusión a esta noche. En carta a su director espiritual el año 1.957 escribía así: “Llamo, me aferro, quiero, y no hay quien responda. Donde intento elevar pensamientos al cielo, hay tal convicción de vacío que esos mismos pensamientos retornan como cuchillos afilados y dañan mi alma. Me dicen que Dios vive en mí, y todavía la realidad oscura y frialdad y vacío es tan grande que nada toca mi alma”.
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